Libros y cuentos

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sábado, 2 de mayo de 2020

Fábulas




La fábula es un estilo literario clásico y fantástico, caracterizado por la enseñanza de determinados valores, considerados importantes para la sociedad de cada momento. Estas fábulas para niños y para el público en general, se caracterizan por su brevedad, por su ritmo narrativo, y por la didáctica de sus historias en forma de moraleja o alegorías. Se dice que las fábulas ya fueron cultivadas por los primeros hombres de la antigüedad, época en la cual destaca por encima de todos los fabulistas el griego Esopo, aunque su éxito rotundo lo alcanzarían en la Edad Media, gracias a escritores tan famosos como el escritor español Félix María Samaniego o el francés Jean de La Fontain

          ⇶           Os dejo alguna de ellas

La liebre y la tortuga

Había una vez una liebre muy vanidosa que se pasaba todo el día presumiendo de lo rápido que podía correr.
Cansada de siempre escuchar sus alardes, la tortuga la retó a competir en una carrera.
—Qué chistosa que eres tortuga, debes estar bromeando—dijo la liebre mientras se reía a carcajadas.
—Ya veremos liebre, guarda tus palabras hasta después de la carrera— respondió la tortuga.
Al día siguiente, los animales del bosque se reunieron para presenciar la carrera. Todos querían ver si la tortuga en realidad podía vencer a la liebre.El oso comenzó la carrera gritando:—En sus marcas, listos, ya!La liebre se adelantó inmediatamente, corrió y corrió más rápido que nunca. Luego, miró hacia atrás y vio que la tortuga se encontraba a unos pocos pasos de la línea de inicio.—Tortuga lenta e ingenua—pensó la liebre—. ¿Por qué habrá querido competir, si no tiene ninguna oportunidad de ganar?Confiada en que iba a ganar la carrera, la liebre decidió parar en medio del camino para descansar debajo de un árbol. La fresca y agradable sombra del árbol era muy relajante, tanto así que la liebre se quedó dormida.Mientras tanto, la tortuga siguió caminando lento, pero sin pausa. Estaba decidida a no darse por vencida. Pronto, se encontró con la liebre durmiendo plácidamente. ¡La tortuga estaba ganando la carrera!Cuando la tortuga se acercó a la meta, todos los animales del bosque comenzaron a gritar de emoción. Los gritos despertaron a la liebre, que no podía dar crédito a sus ojos: la tortuga estaba cruzando la meta y ella había perdido la carrera.

Moraleja: Ten una buena actitud y no te burles de los demás; puedes ser más exitoso haciendo las cosas con constancia y disciplina que actuando rápida y descuidadamente.

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El zorro y las uvas





Encontrábase, un día, un zorro con tanta hambre, que al ver colgar de una parra un tierno, verde, y fresco racimo de uvas, se decidió a atraparlo sin esperar la llegada de una presa ni manjar mejor.

No pudo el zorro, sin embargo, alcanzar el verde racimo. Y cansado, tras muchos intentos, exclamó:–¡Me voy! ¡Ni que me agradasen las uvas verdes!

Moraleja: Un error muy común tuvo aquel animal: trasladar nuestra responsabilidad y errores a los demás.


La gallina de los huevos de oro


Erase una vez un hombre que tenía una gallina que todos los días le ponía un hermoso huevo de oro.

Aquel hombre, feliz por ser el dueño de tan increíble animal, imaginó que se haría rico con el tesoro que aquella gallina debía albergar en sus entrañas. Ni corto ni perezoso decidió sacrificar al pobre animal para poder comprobar cuánto brillaba el tesoro de la gallina. Sin embargo, al abrirla pudo comprobar con sus propios ojos, como aquella gallina era igual por dentro que aquellas que no ponían ni un solo huevo extraordinario. Y de esta forma fue como el hombre de la gallina de los huevos de oro, se privó de su gran fortuna.

Moraleja: Qué gran mensaje y lección para las personas egoístas…De la noche a la mañana, el rico se vuelve pobre por no conformarse con lo que gana.




La lechera          

  1. Erase una vez una joven lechera, simpática y trabajadora. Aquella mañana se levantó de madrugada. Era día de mercado y tenía muchas cosas que hacer. Después de arreglar la casa, se fue a ordeñar sus ovejas. -¡Qué alegría! – gritó la lechera al rato. Y no era para menos. Nunca antes sus ovejas le habían dado tanta leche. Cogió el cántaro, se lo puso en la cabeza y se marchó al mercado. Mientras andaba, empezó a soñar despierta y en voz alta decía: -En cuanto llegue al mercado venderé este cántaro de leche. Al ser tan cremosa y fresca la venderé a buen precio. -¡ya estoy viendo que no me van a caber las monedas en la mano!
  1. Con el dinero recibido me compraré una gallina ponedora. Me gustan más las negras que las blancas, sobre todo si tienen la cresta colorada. Llevaré la gallina al gallinero y, antes de que llegue el frío, tendré más de cien pollos piando y correteando. Con granos de maíz, centeno y trigo, rápidamente los pollitos se convertirán en pollos. Cuando estén bien grandes y gorditos los llevaré al mercado ¡ya me imagino el lío que se me va a armar! Todo el mundo querrá comprar un pollo de corral.
  1. Y como soñar no cuesta nada, la lechera continuó soñando: -Con el dinero que saque de vender los pollos, me compraré un cerdito rosadito, contento y feliz, andará por el corral el día entero. Por la noche dormirá en la pocilga encima de una paja limpia. Desayunará coles frescas; de almuerzo, manzanas de la huerta, y para cenar, le pondré patatas y la comida que me sobre. Los días que haga sol, lo llevaré al monte para que tome el aire y se llene de castañas y bellotas. Con esta dieta tan sabrosa, en poco tiempo arrastrará la barriga por el suelo. Amarrado de una cuerda lo llevaré al mercado, ¿cuánto sacaré por él?... Y mientras imaginaba todo el dinero se paró un rato e hizo cuentas con los dedos…
  1. Muy contenta volvió a caminar y a hablar en voz alta: - En cuanto venda el cerdo, me compraré un ternero, correrá por las montañas, pastará en los prados. Cada noche dormirá en el establo y, en poco tiempo, se hará tan grande como sus padres. Cuando esté hecho un toro, me lo llevaré al mercado y me darán por él tanto dinero, que seré la más rica del pueblo. Y soñando despierta, se veía en una inmensa granja con cerdos, vacas, pollos y ovejas. Y cerca de la granja estaba su gran casa. Aunque puestos a soñar se dijo: -Mejor que una casa un palacio hermoso, vestida de princesa… menuda envidia iba a dar a sus vecinas.
  1. Era tanta su alegría que dio un salto y el cántaro cayó al suelo. Al ver el cántaro roto y la leche derramada, la lechera, entre lágrimas exclamó: -¡Adiós leche, adiós dinero, adiós pollos, cerdo y ternero!, como antes estaba ahora me quedo. La lechera volvió para su casa y por el camino iba diciendo: -No sigas mi ejemplo, No seas ambicioso. Disfruta de lo que tienes y vivirás gozoso. 



             "El cuento de la lechera" ha dado lugar a una expresión popular, que se usa cuando alguien imagina o sueña algo imposible. Su significado es similar al de la expresión "hacer castillos en el aire" (hacerse ilusiones).

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La Cigarra y la Hormiga 


Érase una vez una descuidada cigarra, que vivía siempre al día y despreocupada, riendo y cantando,  ajena por completo a los problemas del día a día. Disfrutaba de lo lindo la cigarra del verano, y reíase de su vecina la hormiga, que durante el período estival, en lugar de relajarse, trabajaba duro a cada rato, almacenando comida y yendo de un lado a otro.
Poco a poco fue desapareciendo el calor, según se avecinaba el otoño y sus días frescos, y con él fueron desapareciendo también  todos los bichitos que la primavera había traído al campo, y de los cuales se había alimentado la cigarra entre juego y juego. De pronto, la desdichada cigarra se encontró sin nada que comer, y cansada y desganada, comprendió su falta de previsión:
¿Podrías darme cobijo y algo de comer? – Dijo la cigarra dirigiéndose a la hormiga, recordando los enseres que esta última había recolectado durante el verano en su hormiguero. 
¿Acaso no viste lo duro que trabajé mientras tú jugabas y cantabas? – Exclamó la hormiga ofendida, mientras señalaba a la cigarra que no había sitio para ella en su hormiguero.
Y así, emprendió de nuevo el camino la cigarra en busca de un refugio donde pasar el invierno, lamentándose terriblemente por la actitud perezosa e infantil que había llevado en la vida.



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